30 diciembre 2010

LA CAMARISTA. "Hablo con ella como si fuera mi madre. Igual. Mi madre no la tengo. Mi madre es ella"



 Hija de Almonte, Carmen Morales tiene el mayor privilegio y honor que pueda tener un rociero en su vida, servir a la Señora en sus más íntimos menesteres. Es la camarista de la Santísima Virgen del Rocío desde 1986. El próximo 2011 celebra sus bodas de plata en el cargo con la inmensa alegría de ver que su hija Carmen Rocío ya está preparada para sucederle.

Cuando nos recibe en su casa lo hace con la sencillez y llaneza de la gente de la marisma. Su casa, enclavada en el mismo centro de Almonte entre la iglesia y el ayuntamiento, es un no parar de personas que pasan para saludarla, visitarla o pedirle algo de la Virgen para asirlo en momentos difíciles. El timbre de la puerta no para de sonar a cualquier hora. Ella gentilmente siempre tiene una sonrisa para recibirlos, la misma con la que nos invita a pasar.

Nos acomodamos en el salón dispuestos a conocer de cerca a Carmen, la mujer que más secretos guarda de la Virgen. Toda la estancia está repleta de fotografías, como el saludo que Su Santidad Juan Pablo II les brindó a las camaristas en 1993, la visita de los Príncipes de Asturias, o la fotografía de la última vez que la madre de Carmen cubrió a la Virgen de Pastora en El Rocío. Recuerdos íntimos de esta familia que son ya parte de la historia del rocierismo.

Señalando fotografías Carmen nos repasa la historia de su familia. “Al morir Señora Anita, fue Tía Dolores, después fue mi madre y por ultimo una servidora. Ya vamos por cuatro generaciones. Eso era de madre a hijas. ” Admite orgullosa.

Se acuerda con emoción de su madre, Ana González, que ejerció el cargo durante 62 años, desde 1926. Nos confiesa que aún tiene marcada la fecha de la muerte de su madre en la víspera de la romería. “Mi madre se enterró con la medalla de camarista. La última vez que mi madre cubrió a la Virgen de Pastora fue en 1984. Le temblaban las piernas pero le decían los almonteños que tenía que cubrir a la virgen con sus hijas. De regreso en 1985, mi madre estaba ya en una silla. Fue la primera vez que vestí a la Virgen de Pastora. Y decía ella, Virgen del Rocío cuando tú quieras me recoges porque mi Carmen ya te puede vestir de Reina y de Pastora. Son unos momentos muy emotivos y unas cosas muy bonitas que me decía ella. En 1986 murió y tuvimos que, a la semana, vestir a la Virgen de Reina con un Rocío por delante. Con mi padre casi muriéndose… Eso es una cosa que teníamos que hacer. Mi madre decía que si ella se enterrara hoy, al día siguiente teníamos que ir al Rocío. Tía Dolores y Señora Anita también murieron vísperas del Rocío. Ella me contaba muchas cosas de ellas.”

Desde entonces, Carmen es la camarista principal de la Santísima Virgen. Su hermana Ana y su hija Carmen Rocío son las ayudantes. Es un cargo que les ocupa todo el año, nos dice. “Reuniones aquí y allí. La familia la dejo a un lado. Eso es así. Mi marido se tiene que poner muchas veces la comida. Porque no es sólo vestir. Que la Virgen la cambio en doce o catorce horas. Es un año entero. Después las cosas, limpiarlas, prepararlas, los armarios, las cristaleras. Todas las semanas o de quince en quince días limpiamos el camarín, el polvo, las ráfagas. La gente se cree que yo me llevo por esto dinero. Y todo se hace por amor a la Virgen.”

Carmen nos cuenta cómo empezó a poner alfileres siendo una niña y como entonces cambiaban a la Señora de día. Dejaban a la Virgen medio desnuda, almorzaban y la terminaban por la tarde. Algo que hoy en día es impensable debido al trasiego que tiene la ermita. “Ahora se hacen las cosas mejor de noche. Empezamos aproximadamente a las diez y media y terminamos a las seis de la mañana, las siete, las siete y media. En realidad lo que pasa que hechas más tiempo en detalles. Las flores como van, va todo medido. Esta joya va aquí o hay que cambiarla a otro lado. En fin, son muchos detalles que, una vez vestida la Virgen, tienes que perfeccionarlo todo. Va todo con cintas y alfileres, yo se los pongo cruzados como espadas. Desde que yo estoy no se le ha perdido nada. La Virgen se arregla en el Camarín, pero para la romería se baja en el ascensor y se pone en las andas, se viste en el mismo paso. Cuando se termina de vestir se abren las puertas para el que esté allí la suba al altar. Para la romería se echa más tiempo. En el último cambio de diario, como va más sencillita tardamos menos. Hemos empezado a las diez y hemos terminado a las dos y algo.”

Son largas horas a solas con la Virgen las que gozan estas mujeres, en la cercanía del tu a tu, cargadas de gran emoción. “Nos decía mi madre que cuando estuviéramos vistiendo a la Virgen de limpio le rezáramos el Bendito. Esa promesa hasta que me muera. Vistiéndola le hablamos. Le decimos unas cosas muy bonitas. Por ejemplo, cuando la preparamos para la romería le pedimos. Madre mía del Rocío por todas las hermandades, para que no ocurran percances, para que todo vaya bien. Por la unión que es muy importante. Esas cosas le hablo yo a la Virgen. Yo hablo con ella como si fuera mi madre. Igual. Mi madre no la tengo. Mi madre es ella”.

Un ritual que Carmen, Ana y Carmen Rocío repiten tantas veces como cambios tiene la Virgen en el año. Para la Romería, el Rocío Chico, la Inmaculada o la Fiesta de la Luz. Labor de suma importancia y responsabilidad, que antes hacían solas en la ermita; costumbre que, desde un tiempo acá, han tenido que variar. “Está la directiva en la sacristía o a veces se queda una pareja de la Guardia Civil porque tal y como está la vida ahora mismo, tantas cosas de oro y de valor que las tenemos ahí encima. Nos da miedo. Antes se quedaba un santero pero ahora he decidido que se queden unos cuantos de la Junta para que se hagan responsables de todo conmigo, el santero que le toque y la custodia que nos hace la Guardia civil.”

La camarista está pendiente en todo momento de la Virgen y de su patrimonio con el mayor celo. Nos confiesa que la Imagen se encuentra en perfecto estado de conservación. Además es ella misma la que propone a la Junta todo lo que necesita la Virgen en cada momento. Tras la restauración de la saya y el manto de la coronación, la mayor prioridad es la restauración del manto de los Apóstoles, algo que de momento tendrá que esperar. Carmen está muy contenta y agradecida a la gestión del actual presidente, José Joaquín Gil; y le da mucha pena que se acabe su mandato porque ha estado muy pendiente de las necesidades del ajuar de la Virgen. Nos adelanta que para el Rocío de este año, se estrenará un nuevo conjunto de saya, manto y toca, bordado en oro sobre tisú de plata, realizado en el sevillano taller de Santa Bárbara.

En agosto de 2012, la Blanca Paloma tornará de nuevo sus galas de Reina por las de Pastora para acudir fiel a su cita con el pueblo del que es Patrona. En el brillo de los ojos de Carmen se presagian las ganas de que llegue ese momento. “La Virgen de Pastora en realidad es una muchachita… Pero el señorío que tiene la Virgen de Reina no lo tiene de Pastora. Cambia totalmente. Se pone la capita y el sombrero y parece otra. Nosotros ponemos una foto para orientarnos para cualquier detalle o cualquier cosa, y en la saya le prendemos los corazones. De siete en siete años lo tengo en la mente. Me acuerdo perfectamente.”

Junto a la Virgen ha vivido momentos inolvidables. Como aquella visita del Papa en la que le sorprendió la ermita vacía con todos los Simpecados y el saludo del Pontífice. Más recientemente los Príncipes en Almonte. O una de las visitas de la entonces princesa Sofía en la que su madre tuvo que quitarse su medalla para entregársela a la Reina. “Yo he vivido cada cosa… ¡Para escribir un libro! De cosas bonita y desagradables.”

Y es que Carmen es testigo directo de la fe de muchos rocieros que acuden ante la Reina de las Marismas para dar gracias o pedir la intercesión en momentos difíciles. Situaciones en las que la fe es lo único que le queda al ser humano y donde María es mediadora universal. “Una amiga mía de Canarias me llamó por teléfono diciéndome que quería venir a ver a la Virgen pero que tenía una enfermedad terminal. Yo le insistí en que lo hiciera si era su deseo. Y así lo hizo. Cuando llegó la Virgen a mi puerta, ella me entrega en la mano la peluca para meterse debajo de la Virgen. Iba la criatura emocionadísima. A la semana murió… Otro año unos amigos de Sevilla que le habían prometido a su padre al morir que iban a hacer el recorrido completo de la procesión conmigo. Llevábamos un bote de ceniza con los restos del difunto y en cada casa donde se presentaba la Virgen depositábamos un poco. El último fue en mi puerta.”

En otras ocasiones la intercesión de la Virgen, nos indica, ha sido consuelo y ayuda en la sanación de una enfermedad. “Hacía poco que había muerto mi madre. Era por la mañana después de cambiar a la Virgen. Una señora preguntó por nosotras en la sacristía con su hija que tenía cáncer en la cabeza por si podíamos hacer algo. Yo le dije que yo no era nadie, que le pidiera a la Virgen del Rocío. Pero al final me llevé a la niña sola a mi casa y le puse la toca de la Virgen. La niña comenzó a llorar y yo también. Le di el número de teléfono para que me informara de la evolución y a la niña le desapareció el cáncer. Todos los años viene al Rocío a verme. El mismo médico se sorprendió de la evolución. Otro caso fue el de un chaval del Puerto de Santa María de unos 14 años con un tumor en la pierna derecha. Le pasamos el manto por la rodilla y le dije que se encomendara a la Virgen. Y así lo hizo. Cada semana o cada quince días, cada vez que podían venir. Al final no le tuvieron que cortar la pierna. Y como eso cantidad de cosas.”

Carmen nos relata todas estas cosas con sinceridad y humildad. Son vivencias que van parejas al cargo que con orgullo ostenta. “Soy la camarista pero soy una persona normal y corriente. Me dicen en la calle que si mi puesto lo tuviera otra. Hay que ser sencilla y natural, contesto. A mí me conoce todo el mundo. Somos todos iguales. Yo tengo el puesto este porque mi familia me lo ha dado, los que han entrado de presidentes han querido que yo sea. Y el pueblo de Almonte, claro. ¿A mí el puesto de camarista quien me lo va a quitar a mí? ¡Mester que haga yo una locura! El día de mañana, cuando yo muera será mi hija. Ella está enseñada, sabe de todo. Desde los 8 o 9 años empezó a poner alfileres. Mi Carmen Rocío prepara al Niño”.

Carmen Morales se despide de nosotros recordando a Gines. En nuestro pueblo se lleva muy bien con todo el mundo y en él tiene grandes amigos, afirma. Para ella Gines es una maravilla porque se vuelca por completo con la Virgen del Rocío. Recuerda con agrado cuando acudió a la Asamblea Comarcal en los Salones José Olivares. “Me emocioné mucho con las carretas. He visto asambleas en muchos sitios. Pero como en Gines… De agradable, de bonita. No lo he visto luego”. Le encantaría asistir algún año a la Novena y así conocer el sentir de nuestro pueblo, pero la coincidencia con los actos de la Hermandad Matriz se lo hacen imposible, y es que Carmen se ve obligada a rechazar, a su pesar, numerosas invitaciones que con el mayor cariño le envían todas las hermandades. En octubre tuvimos la ocasión de homenajearla en la Pará. “Si yo hubiese sabido algo hubiera preparado algo bonito de la Virgen. No podía hablar temblorosa totalmente” nos dice agradecida ante la sorpresa tributada. “No me gusta resplandecer ni coger varas. Pero este año me pongo con Gines en la Inmaculada”.