
Esta Sevilla nuestra es muy aficionada a las momias. Y perdón por la palabra porque tiene un matiz ofensivo. De hecho jamás escuché a nadie llamar a San Fernando momia, como tampoco a nadie se le ocurre llamar momia a la hoy Santa Ángela. Pero es que esta ciudad le gusta mucho ese rollo. Y yo tambien soy muy mío y me gusta hablar de las momias de esta ciudad. De hecho tenemos muchas, y algunas todavía vivas. La de más rancio abolengo, la de Fernando III en la Catedral. La más venerada y muerta en olor de santidad, aquella zapatera que fundo la orden de la Cruz. Y la momia que hoy se expone al público: Doña María Coronel.
¿Pero quién es Doña María Coronel? Además de una calle del centro de la ciudad que desemboca en la plaza de San Pedro; Doña María Coronel es la que sale en la foto de este post. La fotografía, la más actual encontrada en la red, fue tomada por José María González-Nandín y Paúl en 1929. La aristócrata sevillana era hija de don Alonso            Fernández Coronel. Contrajo matrimonio con un caballero castellano, don Juan de            la Cerda.Cuenta la leyenda que            Doña María Coronel, tras la muerte de su            esposo se apartó de            la vida mundana para llorar su            desgracia. A pesar de su retiro, Pedro I            el Cruel, puso sus miras en ella,            intentando por todos los medios            conquistarla, poniendo en juego para tal            fin todas sus dotes de hombre y de rey.            Ante tal acoso y asedio Doña María            decidió retirarse al convento de Santa            Clara, pensando que allí no sería objeto            de las ansias amorosas del monarca. Pero            el rey, ciego de su ardor por ella mandó            a sus secuaces al convento, con la            finalidad de convencerla de que            atendiera los amores que le ofrecía el            rey. Finalmente y al no poder de ninguna            manera resistirse al asedio de Pedro I,            se arrojó aceite hirviendo en el rostro,            quedando horrorosamente desfigurada, lo            que terminó con el acoso del rey. Años            después fundó el convento de Santa Inés,            en el que murió a la edad de 73 años.            Actualmente su cuerpo se mantiene            incorrupto o momificado en una sepultura            del propio convento.
Siguiendo una tradición secular, en la mañana y tarde de hoy 2 de diciembre, será expuesto a la veneración de los fieles en el Convento de Santa Inés el cuerpo incorrupto de esta mujer, fundadora del monasterio y heroína de una de las leyendas más vivas en Sevilla.
2 comentarios:
Escuché esa historia cuando era pequeña, muy pequeña y me fascinó. Aún a día de hoy lo hace...no creo que yo tuviese el valor de volcar aceite hirviendo sobre mí. Besos...
Francisco Alexandre
Me ha impresionado bastante esta maravillosa historia, es la primera vez que leo tan semejente vivencia en el entorno sevillano,,, este Rául cada vez mas me impresiona más.
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