13 octubre 2006

Alatriste

Alatriste si por algo me ha llamado la atención es por la recreación de la época que trata de plasmar. La época de Felipe IV en la que está inmersa la historia, época de claroscuros, tiempo en la que la hegemonía española en el mundo está en juego, ya que comienza el declive del imperio pero cuesta abajo y sin frenos. La corrupción en la administración es más que patente. La sangre de los que de verdad juegan su vida por un proyecto corre por las fronteras mientras un rey que no gobierna se dedica a la caza y a las actrices. Todo en manos de un tal Olivares que es quién lleva las riendas del Estado. El tesoro real cada vez mas decrépito. Las prioridades del gasto pasan antes por la construcción de palacios que por el pago de los soldados de Flandes. Por otra parte la crudeza y impiedad de la Santa Inquisición. La mala leche en el gesto del fraile dominico Bocanegra, magníficamente encarnado por Blanca Portillo, no hace más que significar la realidad de toda la institución. No hay más que escuchar las palabras que le dedica al capitán Alatriste en medio de una oración escudándose en la religión y la ira de Dios.

Otro aspecto a destacar son los escenarios, para mí escrupulosamente escogidos. El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, palacios de Úbeda, la playa de La Caleta o la ensenada de Bolonia, entre otros. Los ambientes y personajes conseguidos al detalle y con rigor histórico. Las referencias son continuas: Velázquez como pintor, la rivalidad entre Góngora y Quevedo...

Pero si algo me llega son las historias y diálogos entre personajes y lo que subyace de ese fondo y las posibles identificaciones personales. Por un lado los amores imposibles y eternos de Alatriste y Maria de Castro, o de Íñigo de Balboa y Angélica de Alquézar; por otro la admiración-odio de Malatesta y Alatriste.

Hay varias escenas que me he guardado para mí de la película. María de Castro le pide matrimonio al capitán, éste rehúsa por falta de recursos y posibles celos; María le recrimina que no lo hace porque no está enamorado de ella; es en ese momento cuando frente al espejo Alatriste se acerca a ella. Primero le quita el enorme pendiente que se interpone entre ellos, regalo del Rey por la última función, y le espeta al oído: "Tú que sabes lo que pienso". Es ese no saber lo que piensa el otro lo que hace distanciar historias, historias que como vemos en la película llegan más allá de la fatal enfermedad que lleva a la muerte. Es en el hospital de sifílicas donde Alatriste le entrega el regalo con el que pensaba, tiempo antes de que ella iniciara sus amores con el rey, pedirle matrimonio. Allí le dice, mientras le ajusta el magnífico collar de perlas y piedras preciosas con el que soñaba un futuro junto a ellas antes de que el poder real se interpusiera entre ambos, que debía de haberse casado con ella. es cuando pasa el tiempo caemos en los errores o en las posibles consecuencias de las acciones realizadas en el pasado.

La otra historia, la Íñigo y Angélica, es aún más hermosa pero no por ello menos trágica. Todo nació casi desde niños. Él se quedó prendado, ella hizo el resto. Angélica, como azafata de la reina, le busca a Íñigo una plaza en la Guardia Real, de ese modo al ir ascendiendo podrían tener más futuro en una sociedad en la que los matrimonios se conciertan. Íñigo no lo acepta y ella le dice que si no lo hace, para sí ha muerto. De Balboa le propone escaparse a Nápoles y vivir allí su historia. Cuando ésta se decide a escapar con él recibe la noticia por parte de su tío de que ha concertado su matrimonio con el conde de Guadalmedina. Es cuando empieza el dilema de Angélica cuando baja las escaleras del palacio de Jabalquinto de Úbeda. Muchas veces en la vida nos encontramos ante una escalera similar, todo cambia en nosotros si la subimos o si la bajamos. Un paso adelante, baja a prisa para escapar con Íñigo a Nápoles. Frena en seco, en sus oídos resuenan las palabras de su tío "Pero tú serás Grande de España, y tus hijos, y los hijos de tus hijos..." , es esto lo que la frena y no le paraliza: la realidad y el deseo, el amor o el futuro, el hipotecar los días de mañana, el renombre y las posibilidades de medrar o perderlo todo por una aventura de juventud. Pero será algo que le persiga durante toda la vida. Para Angélica no hay palabra que le duela más en el corazón que la llamen excelencia: "La traición es una mancha que no se quita. Judas se ahorcó pero yo no tengo valor. Sólo puedo llorar".

4 comentarios:

Carmen Ruiz dijo...

Y yo todavía sin verla... Bueno, gracias por tu lección de historia tanto por el día de la hispanidad como por tu comment de Torrijos, le hacía falta ese toque. Muchos besitos!!!

Alberto Ramírez Jiménez dijo...

Po no que me he enterao mejor de la trama con tus explicaciones que viendo la película!!!! Es lo que tiene verla con compañía, jajajaja. Me quedo con la compañía; la peli la puedo volver a ver.
Saludos

Ro dijo...

Hola. A mí me encantó la película... dios mío, qué escena cuando él le retira el pendiente a María de Castro lleno de celos pero oculto, sin mostrarse... y comienza una pasión. Y también, qué escena cuando le descubre el rostro en el hospital y le entrega el collar.. Me ha encantado, volvería a verla otra vez.. seguro. Enormne Viggo... qué pose, qué estilo... magnífico ... Y genial Quevedo en la taberna del turco... genial. Un beso, wapo

Anónimo dijo...

Para empezar me ha costao encontrarlo.Pero una vez, encontrado y hallado tus comentarios sobre la peli, me han ayudado a entenderla mejor, aunque una cosa no quita la otra, porque la pelicula en si no vale mucho que digamos, solo me llamo la atencion; la sociedad del momento reflejada, los personajes, el vestuario etc..., porque el argumento no me gusto mucho.Por todo lo anterior algo se salva, porque por lo demas, es poco entretenida la verdad.
Bueno pués cada vez que vea una peli de este calado hco.-artístico, tendré que recurrir a tus pedazos de comentario por aquí, que me ayuden a entenderla un poquito mejor, que así sea.