19 enero 2007

Un rey exilidado regresa a España 39 años después de su muerte


A las seis de la mañana del 19 de enero de 1980, llegaban procedente de Italia los restos de Alfonso XIII al puerto de Cartagena, el mismo por el que salió de España en 1931, a bordo de la fragata “Asturias”. El féretro era esperado por Don Juan al pie del muelle de Levante del Arsenal de Cartagena. De esta forma se cumplía lo prometido en el lecho de muerte: restituirle a su patria, y darle sepulcro en la tierra de su cuna. Además en su testamento lo dejó escrito: “Ruego que si no se pudiera en seguida de morir darme sepultura en el panteón de El Escorial, con mis antecesores en el trono, se haga así tan pronto como sea posible”.

Sucedió 39 años después. “El exiliado de Roma y el exiliado de Estoril” van a recorrer media España camino de El Escorial, decía ABC. Allí esperaba un helicóptero de Rota que lo trasladaría a la base aérea de San Javier para su posterior traslado a Madrid en un avión Hércules del Ejército del Aire. Al llegar a Getafe comenzó a nevar cuando se disparaban las veintiunas salvas de honor y sonaba la Marcha Real. Fue en ese momento cuando llegaron noticias pesimistas desde El Escorial. La climatología quizás no hacía posible el aterrizaje del helicóptero. Se decide que haga el recorrido por carretera. Finalmente Don Juan ordena que sea en helicóptero. Tres inician el vuelo escoltados por diez cazas. Junto a la plaza de toros de El Escorial al fin aterrizan sobre la una de la tarde. En la lonja del imponente monasterio sonaban las campanas a duelo desde las 12 de la mañana.

Pero hubo un momento para el reencuentro, un momento cargado de emotividad y simbología que Don Juan de Borbón quiso dar a su padre. La pretensión del Conde de Barcelona era que su padre regresara al Palacio Real de Madrid, donde nació y de donde salió hacia el exilio. Quería una capilla ardiente abierta al público. El gobierno de la época no lo autorizó. Pero el tributo de hijo quiso que el helicóptero sobrevolara varios minutos el Palacio Real. El Rey exiliado volvía a la sede del trono y la corona, cuan nueva restauración se tratara.

Ya en la basílica del monasterio fue recibido por la comunidad agustina y la Familia Real. Se ofició Solemne Fueneral de Estado y tras él miembros de Patrimonio Nacional se llevaban el cuerpo para días después ser trasladado al Panteón de Reyes. Cuando Alfonso XIII murió el 28 de febrero de 1941 en Roma, no se sabía cuando su cuerpo podría ser trasladado a España. Por este motivo el cadáver fue especialmente embalsamado antes de ser enterrado en la Basílica de Monserrat de los Españoles, en la ciudad eterna. Su descanso en el Panteón de Reyes fue cuanto menos escabroso para los presentes. El proceso normal es que los cuerpos pasen un tiempo en el Pudridero, entre 30 y 40 años. Gracias a la cal viva se espera a que pierda toda la humedad para pasar los restos a unas cajas más pequeñas. En el caso de los reyes y reinas van directamente a las urnas de mármol verde de un metro de largo tras el proceso de descomposición. El cuerpo no se podía reducir por el procceso normal y hubo que quebrarle las piernas para que cupiera ne la urna. Sin duda una escena bastante espeluznante para los que tuvieron que llevar a cabo la operación. Pero al fin la memoria de Alfonso XIII descansaba en el lugar que por historia le correspondía.

4 comentarios:

Alberto Ramírez Jiménez dijo...

Año nuevo imagen nueva, no????

Despues de leermelo to pensaba que no ibas a decir na de las piernas. Como para que celebren en tan suntuoso panteón la noche de los muertos vivientes, jajajaja

La Viajera dijo...

No es por nada, pero se te ha olvidado poner, que normal mente cuando un rey no reina normalmente no se le entierra en el panteon de los reyes, si no en el panteón de los infantes.

Un Saludo

Anónimo dijo...

Es que si un rey no reina no es rey....

La Viajera dijo...

Normal mente, cuando un rey no reina, suele ser enterrado en el panteon de los infantes, puesto que no ha reinado.

Un Saludo