23 febrero 2006

Los Principes de Asturias en Almonte

Llegué sobre las cinco de la tarde dispuesto a ver en persona a los Príncipes de Asturias. Todo parecía muy tranquilo. Ni un Guardia Civil. Ya conocía algo Almonte de otras visitas anteriores pero no el famoso CIECEMA, lugar que me harté de buscar en otra ocasión y que no llegué a encontrar,y donde hoy acudían los príncipes. Tras orientarme con un plano conseguí dar con el sitio.

Para variar, como en cualquier visita real, la seguridad ya había hecho de las suyas. Espacios acotados por aquí, polícias y guardias por allí. En fín, es el momento de buscar tu sitio. Mientras llegan y no es uno de los mejores momentos, las confidencias de la bulla. La España de la charanga y pandereta concentrada, el dime, el direte y chismes de última hora. Todo es válido para hacer la espera más amena. Los políticos también se impacientan, aburren y charla que te charla. Nada más que hay que ver a la Ministra de Medio Ambiente Narbona y su homologa en la Junta de Andalucía Fuensanta Coves... "¡Qué bonito es tu vestido! ¿Has cambiado de color de pelo?"

Con puntualidad española (¿por qué hay que decir siempre británica si eran españoles los que cumplían con el reloj?) aparecían sobre el cielo de Almonte tres helicópteros del ejército del aire. A los cinco minutos: 17.30 horas, llegaba el séquito. Las masas ya hervían ante la próximidad. Los vítores comenzaban a atronar y los ¡guapo, guapo! no tardaron en sonar. Un almonteño cercano, en tono socarrón espetó al ver salir al príncipe del coche "¡qué bicharraco!", y la verdad es que el hombre es bien grande. Al poco tiempo desaparecieron tras el portalón, tan rápido como habían llegado. Lo cierto es que me había quedao con poco y decidimos esperar a que saliera del acto al que acudían: las II Jornadas Internacionales sobre Desarrollo Sostenible.

Esta vez hicimos bien. La mayoría de la gente se fue camino de la plaza del pueblo para esperar allí la visita de los príncipes a la Blanca Paloma. De esta forma se despejó aquello un poco por el momento y pudimos ponernos en primera fila frente a la puerta. Eso sí, hubo que esperar una hora y media. Tiempo largo, pero entretenido si buscas con que hacerlo. Al menos el oido ayuda a ello. Una maría pregonaba una de las últimas medidas de seguridad tomadas ante la visita. No era más que la rutinaria inspección del alcantarillado de las calles por las que iba a pasar la comitiva. El resultado, una rata de varios kilos en la plaza de la iglesia.


La espera también dió como resultado un pormenorizado analísis dela flora y fauna existente. Además pude contemplar el trasiego de los compañeros de la prensa que estaban cubriendo el acto. Según me cuentan, la encargada de prensa se portó muy mal con las televisiones locales. A un cámara de una de ellas le dijo que la cámara estaba mal puesta. Éste le contestó que llevaba desde las cuatro de la tarde y que no se iba a cambiar. La muy señora mía, sentada en sus reales, le espeta: "No hace falta que lo grabeis todas, basta con que lo haga Televisión Española". De las primeras en marcharse fue Marina Bernal, conocida periodista social, que cámara en mano marchó presurosa a la parroquia a tomar un buen lugar para después vender la instantanea a HOLA. También se dejó ver por el lugar María Oña, desplazada desde Madrid para cubrir el acto. De los últimos periodistas en marcharse figuraba Manuel Rodríguez, popular redactor de Teleonuba y al que me honra haber tenido como compañero de facultad. (Si observais bien la foto podréis reconocer al chaval del chaleco amarillo. Sí, es él. Aquel con el que la Pantoja cargó su furia con pasión folclórica: "Quítame eso de la boca".)


Y por fín: ¡Ellos! La espera comenzaba a tener sentido. El fín de la visita cumplido. Lo veíamos con nuestros ojos. Ante mí, un Guardia Civil que creía me iba a entorpecer en todas las fotografías que trataba de tomar. Un inconveniente más. Cuando están más cerca se me acaban las pilas. Resultado: no puedo hacer fotos. Solución: vivir el instante y que no se me escape un detalle. Ante este jaleo de guarda pilas, saca pilas... Los príncipes no se montan en el coche. Coche en cuyo maleteros ya habían guardado personal de la Real Casa: un trajecito de flamenca rosa de lunares blancos, una pequeña réplica de la Virgen del Rocío y demás obsequios que no paraban de salir del CIECEMA.

Lo cierto y verdad es que sobrepasaron el cordón policial y se acercaron a saludar al público congregado. Era un gesto que yo no esperaba. Fue el momento en el que empezó la catarsis colectiva. La gente no cabía de su asombro "¡Me ha dado la mano!". Tras cumplimentar a los presentes marcharon hacia la iglesia para postrarse ante la Virgen del Rocío. La visita seguía pero yo ya me marchaba.


P.D. Al parecer el príncipe quedó admirado ante la Imagen de la Virgen del Rocío, devoción muy vinculada a la familia Borbón y Orleáns. Además Letizia amenaza con volver, eso sí en época de Romería.

(Todas las fotos son mías, menos esta última que por razones obvias no pude captar)


2 comentarios:

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx dijo...

osea, que viste al príncipe en persona y a la leticia esa tb no?...
A mi es que me cae tan mal la leti...

Anónimo dijo...

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