06 abril 2007

Jueves Santo

Uno de esos tres jueves que relucen más que el sol en el calendario popular amanecía gris y plomizo, antojándose mañana invernal en el mercurio. Era temprano y la jornada se presentía rara. La misa en Monte Sión había sido puntual, a las nueve de la mañana. La Virgen enjoyada y los pasos exhornados desde el día anterior lo habían hecho posible. Era Jueves Santo pero no veía el mismo ambiente. Poca gente. Quizás era el primero en el que sólo deambulaba sin rumbo por la ciudad de los recuerdos a una hora inusal. Sí, la gente vestía de oscuro, de los balcones pendían palmas y colgaduras. Las calles eran las mismas pero mis impresiones otras. El frío del ambiente se calaba poco a poco cada vez más adentro.

Mis pasos perdidos hacia la desembocadura de ese río que nace de un Valle de lágrimas y termina en la Esperanza. Calle Feria hacia la Macarena pero no llego a la ansiada y giro y media vuelta, hacia alguna cafeteria en busca de un sustento mañanero pero no es así, y otra vuelta más, mis pasos otra vez sin rumbos se encaminan en busca de la mirada de Dios en San Lorenzo. Quizás allí encontrara también esa paz que todos ansiamos dentro y que muchos buscan allí cualquier día del año. Por el camino me topé con una Alameda desolada y vacía, ni flamencos ni toreros de años veinte, ni la sombra de bronce de Manolo Caracol. Sólo llegué al Gran Poder. Por dos veces entré en esa basílica redonda, dos veces le dí la vuelta a esa zancada potente, por dos veces fijé intensamente la mirada en su rostro, ese al que Isaías se refiere como Varón de dolores y conocedor de todos los quebrantos, ante quien se vuelve el rostro. Y Sevilla no se vuelve, está allí presente, mirándo sus penas en él en una identificación mística.

Salgo de San Lorenzo y una llamada me trae compañia. Junto a mi hermana busco al otro nazareno de la mítica Madrugá, aquel que está en San Antonio Abad. Siempre me llamó la atención la que llaman Madre y Maestra de las cofradías. Su cortejo, sus compostura, sus enseres, su estar en la calle, el andar de sus pasos y el olor a un incienso distinto y un azahar siempre igual. Pero no es todo eso. La Iglesia de San Antonio Abad tiene un aire especial, un espíritu inusual y su Nazareno no podía salir a la calle sino en la Madrugá. Es cuando en el andar de los costaleros nos hace vivo el andar de Cristo por la calle de la Amargura. Una visita al Valle y a la Exaltación.



Pero mi Jueves Santo
es la calle Feria,
la plaza de los Carros,
colores albero, blanco
y verde de carruaje.
Revuelos de merinos
y terciopelos negros,
de huertos sevillanos
y rosarios sobre varales.
Blondas de mantillas negras,
tradición inigualable.
Todo un año esperando
a que Rosario salga a la calle.
Ilusiones en un puño,
agarradas a raudales,
soñando que aquellas nubes
se desvanezcan, vayan lejos
y no quede ni un ápice,
de ese agua que amenza
los sueños de los cofrades.
Ni la miel de las torrijas
ni el vino de los lagáres
podrán endulzar la pena
cuando se comunica el ultraje.
Las nubes son traicioneras
y el sol muy poco sale
unas gotas lo empañan todo
con charcos en la calle.
Ni partes, ni meteorólogos
ni cabañuelistas, ni avances
parecen dar tregua
a un día roto en tres partes.
Se desvaneció los Negritos,
Fundación y la de los Ángeles,
ni un Machín saetero
supo endulzar el trance.
Que ni Carmen la Cigarrera
cruzó el puente esa tarde,
en la capilla de Altadis
los corazones palpitantes,
Flagelación y su Victoria
quedaron solos espectantes.
En los Terceros, en Sol
la gente y mucha agua cae.
Lágrimas en los rostros,
y Cristo en la cruz amante.
Pasan los minutos, las horas
y poco o nada abre la tarde.
Incertidumbre en la ancha Feria
que Cristo espera orante,
arrodillado ante su sino
aceptando la voluntad del Padre.
La novia del Jueves Santo
en su palio de sueño de encaje
luce más bella ahora
porque con saya nueva sale.
Su pecherín enjoyado
cada pieza una leyenda trae.
Un octubre coronatorio
a mis retinas retrotrae.
Lecaroz le recoge el manto,
Arruza en medallas vuelve,
los dominicos se disputan
el calado de los varales,
la fragancia de este nardo
que en azucena se reparte.
La tormenta ha pasado,
la decisión llega tarde,
pero los siglos pesan mucho
y el pestillo no se abre.
Este año Sevilla sin el Rosario,
la calle Feria sin su Reina,
Jueves Santo sin el arte
de tanta gracia y nobleza
de María Santísima del Rosario
coronada en su grandeza.
Día distinto, extraño y raro
que comenzó frío en la Alameda.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Ante la extrema adversidad solo queda alguien a quien rezar... y a mi Gestas nunca me ha fallado.

Hasta pronto y a ver si hoy no me falla Gestas

Anónimo dijo...

Ya estás en las apuestas para pregonero de la semana santa que viene. Qué arte en tus letras!!!...
Que ese dón que te han dado de escribir tan bien note lo quite nadie,am y que !Viva la Reina de la calle Feria!

Reyes dijo...

Espero que te asomes mas a menudo por mi rincón, tu visita me ha gustado mucho, lo has definido perfectamente.
Mi semana santa se quedó en un 50%, disfruté de mi Virgen, pero mi Hermandad se quedó sin pasear su paso de palio recién restaurado.
Un abrazo, y espero que hasta pronto.

Maru Serrano dijo...

Y el corazón se me encogió del todo cuando el Jueves, a las tres, ni Cigarreras, Negritos, ni Caballos, y no paraba de llover. Y tus lágrimas se me antojaron cuando, por el Llamador de la Radio, dijeron que no salías. Y así éste sería, sin verte pasear, mi primer Jueves Santo. Acompañándote durante cinco años, cangrejeando por Trajano, despidiéndote en el Duque con mis ojos muy brillando, yendo para calle Cuna para seguir de tu mano, con el cuerpo entrecortado escuchando en Santa Ángela cantos que vienen del cielo y el cielo hoy te ha llorado. Qué hago yo a partir de ahora, si llevo un año esperando verte salir de la Feria por la Plaza de los Carros. Qué hago sin tu dulzura, sin tus rosarios sonando, qué hace sin ti Sevilla, qué hace sin ti el Jueves Santo.

Alberto Ramírez Jiménez dijo...

Tampoco yo tuve un buen empezar de Jueves Santo. Mi hermano se quedó dormido y yo compuesto y llegando tarde a la misa. Bueno, esa es otra, porque en el boletín venía que era a las 9.30 y la hermandad por su cuenta la cambia a las 9.00. Total que ya se me rompió una tradición que quiero seguir por muchos años.
Luego vino la noticia de las Cigarreras, con la Victoria, la otra Reina del Jueves Santo. Decisión acertadísima. Nuestro caso fue distinto. Pudimos salir, pero como dice tu progenitor "somos de la hermandad de las caguetas", y un año más tuvimos que ver como Quinta Angustia y Valle desfilaban mientras el arte y la gracia del barrio la Feria se quedaba en casa refugiada de la "no agua".

Quedó anulado nuestro viaje,
el que todos los años hago de tu mano
para arrodillarme, como el que va delante,
ante un Dios entregado.
No sonó tu palio, como no rozó el rosario
en varales de plata calado.
No hubo huerto sevillano,
ni Cristo por ángel confortado,
ni el sueño de Pedro, Juan y Santiago.
No se olió el incienso quemado,
ni la marcha que un buen día te dedicaron,
ni se oyó saeta en balcón engalanado
ni cielo de pétalos deshojados.
No subí con los ojos la rampa de tu manto,
el que me dice que todo ha terminado,
cuando el jueves ya no es jueves sino Madrugá de Viernes Santo.
No salió el sol en la Plaza de los Carros
quedándonos sin nuestro Jueves más señalado,
y por más que quiera vacío me he quedado.
Aunque busque el Silencio siempre me llevaras del brazo
Porque sabes que soy tuyo de la corona al vellocino sagrado,
Porque sabes que antes de pisar el asfalto
Me santiguo con tu letanía pronunciando,
La que cuando anochece susurran mis labios
Y cuando amanece dibujo en mi cielo adintelado.
Porque sabes que nuestro viaje
no es un día sino un diario.

Les Corts dijo...

Querido Raúl:

Sin darnos cuenta, en un abrir y cerrar de ojos, llegará Octubre, y con él los cultos, besamanos, navidad, via-crucis y besapiés; y tendrás que ir por la papeleta porque ya mismo, ya mismo, sonará La Madrugá en Trajano...

Un abrazo.

La Viajera dijo...

QUE BONITO Y EMOTIVO LO QUE HAS PUESTO, PUES YO MISMA LO SUFRI,PUES LLEVAVA DESDE LAS 15:15 EN LA PUERTA DE LA CAPILLA, ESPERANDO A QUE SALIERA LA REINA DE LA CALLE FERIA.
PASANDO FRIO, E INCLUSO TIRITANDO, Y LUEGO DES PUES DE SAVER QUE NO SALIA ESPERANDO A VERLA POR LO MENOS EN LA CAPILLA.

FUE MUY EMOTIVO PARA MI, Y AVER SI PARA EL PROXIMO AÑO ES MEJOR.

UN ABRAZO

Kiski dijo...

Me parece ya tan normal que llueva en Semana Santa que hasta me desasosiega.

Un Saludo