09 agosto 2007

El algarrobico...

Cuento a la ministra Narbona y a la consejera Coves:

"Érase una vez en un paraje conocido como el Algarrobico, bañado por las aguas del Mare Nostrum, apareció de la noche a la mañana un inexpugnable y enorme castillo, blanco y resplandeciente, entre las oscuras colinas. Tan grande eran sus almenas que parecían desparramarse como lava de volcán cerro abajo. La gente que vivía cerca, en poblados y casonas, estaba muy contenta con este extraño castillo que se había levantado de forma tan rápida, casi mágica. Cuando las obras llegaran a su fin algún señor feudal se instalaría en él con su Corte y tropel. Caballeros de fuertes armaduras, gentiles damas revestidas de damasco y sedas, clérigos e ícluso hasta pícaros formarían esa camarilla palaciega. Todo este movimiento generaría mucha labor para la zona. Numerosos juglares serían demandados por el señor, las mujeres de las villas cercanas se afanarían en la limpieza, los campesiones se encargarían de los jardines, y numerosos forasteros aparecerían por estos lugares inhospitos atraídos por la fama del castillo y el enorme tesoro que se escondería en una cámara de la torre... Un buen día llegó una misiva que ponía en peligro el castillo... y los sueños de trabajo de la gente del lugar. Unos dragones rojos no querían fortificaciones cerca del mar. Se basaban en fuerzas naturales extrañas, ocultas en el interior de la tierra. Los dragones velaban para que no se levantara ni una sola piedra cerca de un bosque encantado que tenían la obligación de cuidar... Esta credencial y ultimatum llegaba casi cuando el castillo estaba a punto de celebrar las gestas en honor de la construcción de la torre del homenaje... Las luminarias y ministriles estaban ya preparadas y los caballeros dispuestos para el torneo. Una gran nube negra se aproximaba sobre la fortaleza, a lo lejos se oía el rugir incesante de los dragones, y la enorme luz de su fuego presagiaba el trágico final...¿Por qué los dragones rojos no avisaron cuando pusieron la primera piedra?"

2 comentarios:

Maru Serrano dijo...

Estos dragones no se enteran de nada hasta que los duendes malignos "verdes" o los que llamamos, traducido a un lenguaje menos ficticio y sin eufemismos, ecologistas, ponen el grito en el cielo. Prima, como en todo, el interéres general. La pregunata es, cuál es el interés general: ¿tener un hotel o respetar el patrimonio natural?

rocio_siempre_rocio dijo...

ola guapoooo!!!muchas gracias x acordarte de mi...la verdad que ando un poco liada en el trabajo y apenas ando x estos lares..m alegro al ver tu visita x mi blog...q tal t va a ti?
en breve andaré x almería...
un beso