He acudido a tu llamada como tantas veces desde que tengo uso de razón. He vuelto a bajar desde mi mariano Aljarafe hasta el mismísimo barrio de la Feria. Mi paseo por San Luis, Divina Pastora, Palacios Malaver me presagiaban que me iba acercando a Tí. Anduve y pisé las vetustas piedras, los mismos adoquines que antes que yo pisaron otros muchos para ir a verte. Una estela de gallardetes carmesíes me señalaba el camino y me anunciaban que hoy era uno de esos días grandes que se viven de vez en cuando en tu popular barrio. La torre ancha y fuerte de Omnium Sanctorum también estaba de fiesta en la víspera. El pendón de la Cruz Verde ondeaba al viento. Y por fín llegué hasta tu casa, esa recoleta capilla que los primeros montesioneros pudieron arrancarle al convento de Santa María de Montesión, cuando Sevilla era puerta y puerto de Indias. ¡Sí levantaran la cabeza los hijos de Santo Domingo! Esos monjes con los que tanto pleiteó la hermandad. ¡Cosas de la convivencia! Y es que a Montesión le vienen esas cosas desde la cuna. Sí te vieran a Tí, Señora, ahora... Ellos pasaron, se perdió la obra de doña Mencía Manuel de Guzmán, aquella dama sevillana que levantó el convento. Enmudecieron sus campanas y dejaron huérfana la espadaña. Desamortizados, exclaustrados y expulsados. Mientras Montesión en su pequeña capilla tambien pudo ser víctima de los adversos y poco a poco iba sobreponiéndose a los tiempos. Unos mejores, otros peores, pero siempre con la fuerza de tenerte a Tí como motor para luchar y seguir adelante. Ni en los peores momentos se apagó el ferviente culto que las gentes humildes de tu calle te profesaban. La invasión francesa supuso un varapalo en tu esplendor. Ahí comenzó el declive. A duras penas se pasó rehaciendo el patrimonio en la centuria del XIX. El siglo XX te trajo nuevas modas. Los alegres años 20 también entraron en tu hermandad. La recuperación económica de la Sevilla del 29 te dejó hasta un nuevo palio. El primero de maya que bordara Victoria Caro con su sobrina Esperanza. Dejaste aquellos lutos de terciopelo que tan bien te sientan por los colores claros. Tornaste el negro de tu palio por la claridad de luz que se entrevé entre la maya de tus bambalinas. Lecaroz hasta te recoge el manto con un alegre bullón. Otra vez un duro golpe, casi apunto estuvimos en la guerra de perderte, si no fue por el valor y la osadía de aquellos que te escondieron en el Archivo de Protocolos. Los descerebrados la tomaron con tus cosas, tus enseres y tu casa. Como siempre Montesión renace de las cenizas. Pasa la gente, los años y las modas. Pero tú siempre quedas. Eres la misma pero nada tiene que ver. Te conservas igual, pero tan distinta. Y es que cuatro siglos y medio dan para mucho. ¿Cuántos sevillanos te han profesado su fé? ¿Cuántos han reído y llorado ante tan celestial princesa? ¡Cuánto sabes de Sevilla, de los sevillanos, del barrio de la Feria y de todos tus hijos y hermanos! ¿Qué te cuentan en la capilla? ¿Qué te rezan el Jueves Santo? ¿Cuántos cirios han lagrimeado su camino de cera en estos años? ¡Qué de flores se han marchitado a tus plantas! ¿Y tú qué me cuentas de estos casi 500 años?. Sigues igual. Sigues silente, sigues llorando, sigues ensoñada en tu melancólico estado. Cuando nos veamos ahí arriba, seguro estos misterios me son desvelados. Me acerco hoy a tu capilla y por imaginar, imagino que pensaran aquellos si nos ven... Los que pusieron su granito de arena hace 450 años. Qué pensaran los siguientes, y siguientes; de los que recogimos este legado. Qué sentirán ahí arriba aquellos que nos hicieron quererte y estar hoy a tu lado. Tu pequeña capilla parece hoy un palacio. Tú en el trono y enjoyada. ¡Qué me gusta respirar la víspera en la plaza de los carros! Mirando te miro, y recuerdo nuestra historia. Te vuelvo a ver coronada como en aquel 31 de octubre de hace unos años
2 comentarios:
Te felicito Raúl por tu espléndido e impecable artículo de hoy día 31 de octubre en que tendremos la dicha de ver a la Virgen del Rosario en su particular JUEVES SANTO EN DOMINGO.
Me da gran satisfacción leerte y contemplar la elegancia y seriedad con que actúas de acólito.
Un cordial saludo,
Josemaría Delgado Ramón
¡Cosas de la convivencia!
Que bien se podría aplicar eso a nuestros 450 años. . . y a pesar de todo, ahí seguimos.
Un abrazo
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