14 de febrero, San Valentín, el día de los enamorados. Hay tantas formas de celebrar este día como formas de querer. Los comercios lo saben y se preparan para ello y la oferta es variada. Joyerías, perfumerías, confiterias y floristeros preparan sus productos envueltos en romanticismos. Nos cuenta una pastelera que lo que mejor vende son las tartas de corazón, las rosas y los bombones.
Pero regalos aparte, también encontramos tradiciones que se pierden en la noche de los tiempos. En Almería los restos de otro mártir llamado Valentín fundía su culto con su homónimo, el verdadero santo del amor. La tradición popular los confunde. Don Juan López es canónigo-archivero de la catedral de la Encarnación de Almería, cargo que ostenta desde hace más de cuarenta años. Pronto descubrió testimonios notariales y reescribió la historia, hecha pública en 1965. Cuando se descubren las catacumbas en Roma en el siglo XVIII se extraen muchos cuerpos de mártires y se llevan a templos e iglesias para su culto, aún perduraba la fiebre de las reliquias. La tumba de los martirizados estaba señalada con una palma. Muchos de ellos eran peregrinos anónimos que acudían a la ciudad eterna para rezar ante la tumba de San Pedro, en las persecuciones muchos perdieron la vida y fueron enterrados con nombre genéricos al desconocer su identidad. De ahí las lápidas rezan: Peregrinus in pacem, Valentinus in pacen. En 1779, en el cementerio de San Ciriaco en Roma se extrae el cuerpo de este Valentinus. Lo atestigua la autentica que se firma a pie de catacumba a 9 de abril de dicho año. Este cuerpo es entregado al padre agustino Francisco Antonio Gutiérrez que lo trae a España, concretamente a Cádiz. Es allí donde una de las dignidades de la catedral, el arcipreste Vicente González se interesa y lo trae a Almería de donde era natural. Prepara un oratorio en su propia casa, que aún hoy se mantiene en pie en el arco que da entrada desde la plaza de la Administración Vieja a la actual de la Constitución. Consigue el 13 de agosto de 1781 la facultad de dar culto público otorgada por el provisor Gregorio de Hermida. En 1782 el mártir es trasladado a la catedral. El provisor de Hermida deja al cabildo la cantidad de la renta de su casa para dar culto al santo. En 1841 la cantidad ascendía a 238 reales con 8 y medio maravedíes. En la catedral estaba en una urna de bronce bajo el altar del patrón de la ciudad, San Indalecio. La urna se abría a los fieles dos veces al año, el 14 de febrero y el día del santo patrón. Además la apertura de la urna coincidía con otra urna abierta, en el vecino convento de las Puras, el cuerpo de Santa Cándida se exponía a los devotos. EL cabildo organizaba misas solemnes. Todo esto hasta 1936. La Guardia de Asalto toma la catedral, destruye los altares y descubre que Valentín no es una imagen sino un cuerpo humano encerado. No se atreven a profanarlo y se lo llevan al cuartel que estaba en una casa cercana. Al llegar más fuerzas a la ciudad el centro operativo pasa al convento de las Puras. Al hacer la mudanza deciden deshacerse del cuerpo y lo entierran en el claustro de la catedral.
En algún lugar del jardín tomó definitiva sepultura ese cuerpo peregrino que desde Roma, pasando por Cádiz dió con sus huesos en Almería. Muchos curiosos acuden al claustro en busca de un Valentín que le cure del mal de amores. Un Valentín que no tiene nada que ver con ese presbítero romano que la Iglesia nombró como patrón de las parejas justo cuando comienza el despertar de la naturaleza: el 14 de febrero.
Pero regalos aparte, también encontramos tradiciones que se pierden en la noche de los tiempos. En Almería los restos de otro mártir llamado Valentín fundía su culto con su homónimo, el verdadero santo del amor. La tradición popular los confunde. Don Juan López es canónigo-archivero de la catedral de la Encarnación de Almería, cargo que ostenta desde hace más de cuarenta años. Pronto descubrió testimonios notariales y reescribió la historia, hecha pública en 1965. Cuando se descubren las catacumbas en Roma en el siglo XVIII se extraen muchos cuerpos de mártires y se llevan a templos e iglesias para su culto, aún perduraba la fiebre de las reliquias. La tumba de los martirizados estaba señalada con una palma. Muchos de ellos eran peregrinos anónimos que acudían a la ciudad eterna para rezar ante la tumba de San Pedro, en las persecuciones muchos perdieron la vida y fueron enterrados con nombre genéricos al desconocer su identidad. De ahí las lápidas rezan: Peregrinus in pacem, Valentinus in pacen. En 1779, en el cementerio de San Ciriaco en Roma se extrae el cuerpo de este Valentinus. Lo atestigua la autentica que se firma a pie de catacumba a 9 de abril de dicho año. Este cuerpo es entregado al padre agustino Francisco Antonio Gutiérrez que lo trae a España, concretamente a Cádiz. Es allí donde una de las dignidades de la catedral, el arcipreste Vicente González se interesa y lo trae a Almería de donde era natural. Prepara un oratorio en su propia casa, que aún hoy se mantiene en pie en el arco que da entrada desde la plaza de la Administración Vieja a la actual de la Constitución. Consigue el 13 de agosto de 1781 la facultad de dar culto público otorgada por el provisor Gregorio de Hermida. En 1782 el mártir es trasladado a la catedral. El provisor de Hermida deja al cabildo la cantidad de la renta de su casa para dar culto al santo. En 1841 la cantidad ascendía a 238 reales con 8 y medio maravedíes. En la catedral estaba en una urna de bronce bajo el altar del patrón de la ciudad, San Indalecio. La urna se abría a los fieles dos veces al año, el 14 de febrero y el día del santo patrón. Además la apertura de la urna coincidía con otra urna abierta, en el vecino convento de las Puras, el cuerpo de Santa Cándida se exponía a los devotos. EL cabildo organizaba misas solemnes. Todo esto hasta 1936. La Guardia de Asalto toma la catedral, destruye los altares y descubre que Valentín no es una imagen sino un cuerpo humano encerado. No se atreven a profanarlo y se lo llevan al cuartel que estaba en una casa cercana. Al llegar más fuerzas a la ciudad el centro operativo pasa al convento de las Puras. Al hacer la mudanza deciden deshacerse del cuerpo y lo entierran en el claustro de la catedral.
En algún lugar del jardín tomó definitiva sepultura ese cuerpo peregrino que desde Roma, pasando por Cádiz dió con sus huesos en Almería. Muchos curiosos acuden al claustro en busca de un Valentín que le cure del mal de amores. Un Valentín que no tiene nada que ver con ese presbítero romano que la Iglesia nombró como patrón de las parejas justo cuando comienza el despertar de la naturaleza: el 14 de febrero.
1 comentario:
También la Catedral de Sevilla tiene su tradición y leyenda relacionada con el amor, según se estime:dicen que el que sobe el pié izquierdo del acólito delantero de la izquierda, que porta el catafalco con los restos originales de Colón, encontrará matrimonio.
Yosólo puedo decir que el dorado de sus calzos está desgastado.
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