Uno de los puntos negros de las carreteras sevillanas es el famoso Puente del Quinto Centenario. Es un puente atirantado que permite cruzar por la ronda SE-30 sobre el río Guadalquivir. Tiene dos torres de 120 metros de altura, que crean un vano de 265 metros de longitud. El tablero está a una altura máxima de 45 metros sobre el Guadalquivir para no entorpecer el paso de barcos. Está formado cada torre por dos pilares verticales unidos por la parte superior, y justo por debajo del tablero, el puente tiene dos planos de atirantamiento, y los tirantes convergen en la parte superior. Cada día soporta un enorme tráfico y se producen numerosas colisiones. Bien es verdad que la instalación de los temidos rádares han dado como fruto una disminución media de las velocidad de circulación. Aún así el puente presenta una serie de carencias que lo hacen a diario ser escenario de más de una tragedia. Es frecuente que se produzcan atascos porque el puente tiene sólo dos carriles para cada sentido y uno reversible que se abre a discrección según las necesidades. Los vehículos cuando acceden lo hacen de una vía de tres carriles a un puente que sólo dispone de dos. Un verdadero embudo.
El puente puede tener todas las deficiencias que de más sabemos todos, pero donde radica el peligro no es en el puente sino en sus contuctores. A veces un exceso de sobreconfianza, un incumplimiento extricto de las señalas y márgenes de velocidad o algo tan sencillo como mantener la distancia de seguridad puede pasarnos en un segundo de la vida a la muerte. De tener todo a tener nada. Es algo que ves en la tele, que te cuentan o te advierten... pero es algo de lo que no se coge conciencia hasta que uno no lo vive de forma directa.
Este es el caso de este Seat Ibiza con menos de siete meses. El pasado sábado se vió envuelto en una colisión múltiple que afectó a cuatro automóviles en total en el Puente del Quinto Centenario. La distancia de seguridad fue la clave para evitar este accidente. El primer vehículo frenó al producirse un atasco en el puente, el segundo frenó en secó para evitar alcanzarlo sin éxito. El tercer vehículo frenó con tan poca distancia que ya lo tenía encima y él último culminó la escena con un golpe final. No hubo que lamentar ninguna víctima, eso sí los vehículos necesitarán más de un arreglito. Sobre todo este Seat Ibiza que vemos en las imágenes.
De todo se saca algo. Nadie estamos libres de nada. Y pocos son los ojos con los que nos ponemos en carretera.
5 comentarios:
Pues no te digo los talegazos que hay cada fin de semana en la A-49.
Conduce con cuidado. Espero que ese coche no sea de ningún conocido tuyo.
Llevas razón en eso de que uno no toma conciencia hasta que le sucede. Yo soy uno de ellos, me gusta mucho correr, aunque no suelo hacerlo (solo en casos puntuales por necesidad de mi trabajo), en mi caso un día volviendo del trabajo, recorría una carretera recién asfaltada y que al estar tan acostumbrado a transitarla iba a 110 o 120 km/h (velocidad de la calzada 90 km/h ) al acercarme a un cruce debería haber reducido a 50 km/m (fallo mío al no hacerlo), por que en el cruce otro vehículo se salto un Stop y me golpeo en el lado derecho del vehículo, gracias a dios que pude dar un volantazo y no darle de frente, si no que me diera el, con lo cual el accidente fue menor, solo hubo que lamentar daños materiales, desde entonces me di cuenta de que nadie estamos exentos de los accidentes, y que las señales de trafico no están por decoración... si no por nuestra propia seguridad y aunque nos cueste a veces, tenemos que respetarlas todas y cada una de ellas. Espero que haberlo contado, sirva para ayudar a concienciar un poco a quien lo lea y se puedan evitar algún que otro accidente. Un saludo.
Bueno, no hay mal que por bien no venga. Siempre hay que sacar lo positivo de todo y para mí este choque múltiple ha tenido consecuencias múltiples y afortunadamente no son negativas, un saludo muy grande.
Y bien es verdad, no somos nadie. ¿Te acuerdas? "María..., no somos nadie" A veces nos complicamos demasiado y dejamos de disfrutar de gente que queremos sin darnos cuenta que el tiempo pasa y que no vuelve... Y en un abrir de ojos podemos estar aquí o allí...
Nos quedamos con eso.
Afortunadamente, en este caso, Lady Di puede contarlo. Menudo susto que me diste, me pusistes el montaito de pié.
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